PIRINEOS: ANETO Y MULLERES 11-13 AGOSTO DE 2008 |
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día 11 - EL VIAJEEl lunes 11 de agosto, partimos para el Pirineo Aragonés donde tenemos previstas dos ascensiones: la del Aneto y la del Mulleres. Las previsiones de tiempo no son nada halagüeñas pues la probabilidad de precipitaciones es de un 85, 60, 30% para los tres días siguientes. Partimos sobre las 8:30 en el coche de Kiquet quien nos recoge a Mª Jesús y a mi en Valencia y seguidamente vamos en busca de Aurelio y Juan Carlos a la playa del Puig. El primer reto fue encajar el equipaje de los cinco (macuto, mochilas, nevera, bolsas auxiliares, piolets…) toda una proeza digna de un jugador de Tetris. Superada la primera prueba nos ponemos en ruta hacia el valle de Benasque. Decidimos ir por Zaragoza en lugar de por Lérida pues ya está finalizado el tramo Teruel-Zaragoza de la Autovía Mudéjar y aunque salen algunos kilómetros más (en torno a 30) nos evitamos los numerosos peajes catalanes. El viaje lo hicimos prácticamente del tirón, tan solo dos paraditas técnicas para estirar piernas y tomar algo. La primera en Calamocha donde echamos mano a nuestras provisiones, horchata y fartons incluidos. La segunda parada en el municipio de Eriste, a 3 km de nuestro destino, otro estiramiento y nuevo ataque a la despensa. Esta vez, a instancias de Aurelio buscamos unas buenas vistas, así que andamos unos metros para situarnos en la orilla del embalse de Linsoles, y como fondo vistas al Parque Natural Posets-Maladeta. Poco antes de las cuatro llegamos a Benasque, el cielo se oscurece por momentos ¿Será una premonición? Debemos esperar a las 4.30 para alquilar piolets y crampones así que tomamos un cafetito para hacer tiempo. Mientras tanto, algunas gotas van dejándose caer de modo intermitente. Ya veremos... Una vez recogido el material técnico, volvemos al coche y tomamos la carretera A-130 hasta el parking Vado del Hospital muy cerca del Hospital de Benasque (que no es un hospital sino un hotel con unas instalaciones de lujo). Más allá no podemos seguir con el coche, descargamos las mochilas y cogemos el autobús que nos lleva al parking de La Besurta. Este trayecto podríamos realizarlo andando, no llega a 5 km, pero preferimos reservarnos para las dos ascensiones previstas. Sobre las seis de la tarde, el autobús nos deja en La Besurta (1890 m) justo donde comienza el sendero que sube al refugio. Al poco de andar el camino se bifurca, un panel indicador señala a la izquierda el camino de Aiguallut y a la derecha el del refugio La Renclusa. Tomamos este último que de inmediato comienza a ascender en cómodos zig-zags. La senda está bien señalizada con marcas blancas y amarillas (PR HU-29). Y así vamos ganando altura hasta llegar a los 2140m donde se encuentra el refugio. Unas nubes oscuras nos han acompañado durante estos 30 minutos de trayecto pero al llegar arriba, un tímido Sol se abre paso entre nubes y nos colorea el paisaje con los cálidos tonos del atardecer que aprovechamos para tomar algunas fotos. Más que un refugio esto parece un pequeño hotel con tres plantas además del sótano. En la planta baja está la recepción, taquillas, cocina, bar-comedor, enfermería y en las de arriba se encuentran las habitaciones. Una vez registrados, y escuchadas las normas del refugio (botas, crampones, piolets y bastones en las taquillas, la cena a las 19,30, desayuno a partir de las 5,00…) cogemos un par de chanclas de un montón y nos instalamos en la habitación. Un cuarto para los cinco: aseo, ducha, cuatro literas y un colchón en el suelo para el quinto. ¿Sólo cuatro camas?. El refugio está hasta la bandera y ésta es la única opción para estar juntos en una misma habitación. ¿Nos sorteamos el colchón? Mío, tuyo, para mí, para tí… finalmente se lo queda Kiquet. A la hora convenida bajamos a cenar. Tres largas mesas, como en los banquetes, con las plazas marcadas con el nombre de cada grupo de comensales. Así no hay duda de donde sentarse. A nuestro lado un grupo del Opus, con obispo de Zaragoza incluido, muy simpáticos, charla amigable y algunas risas durante la cena. Al día siguiente también subirán al Aneto y nos cuentan que arriba oficiarán una misa. Al principio no les creemos pero al día siguiente coincidimos con ellos en la cumbre, ellos llegaban cuando iniciábamos el descenso pero no nos quedamos a la misa. Sigue nublado pero no hace frío y como todavía es temprano, nos damos una vuelta por el prado calzados con las chanclas del refugio. Cruzamos un riachuelo por un puentecito de madera para llegar a una ermita incrustada en la montaña: la Virgen de Las Nieves. Una visita rápida y de vuelta al refugio, a ver si conciliamos el sueño. |